El drama de los burros antiincendios: los llevaron a una muerte segura tras embaucar a su protector
La Generalitat Valenciana escogió a animales domesticados. Pasaron de ser alimentados en un cobertizo a tener que buscarse la vida en el monte.
Sonaba genial. 50 burros limpiarían el monte para reducir el riesgo de incendios en el Desert de les Palmes de Castellón. Pero el encomiable proyecto escondía una auténtica chapuza. La Generalitat tomó los animales de un cuidador altruista -que estaba a punto de perderlos- para enviarlos a una muerte segura. Lo hizo sin preocuparse de si los asnos encontrarían alimento en el parque natural. Sin proporcionarles un lugar para refugiarse similar al que estaban acostumbrados. Sin profesionales que los vigilaran. Y lo que es peor: sin reaccionar cuando empezaron a morir.
El dueño de los burros se llama Juan Lebrián. No es pastor, como se le ha presentado estos últimos días. Es simplemente un amante de los animales que aglutinó cinco decenas de burros «de pastores que habían fallecido». Los tenía todos declarados, cada uno con su correspondiente microchip. Los équidos comían el pasto que Juan les proporcionaba y contaban con un cobertizo para refugiarse durante la noche. Su vida era plácida en la parcela del Grao de Castellón en la que se encontraban.
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