Por qué las asociaciones y protectoras se hacen cargo de los animales abandonados si la responsabilidad es de los ayuntamientos
Escuchamos a diario los términos «protectoras de animales», «refugios» o «asociaciones de protección animal» pero nunca hablamos de lo que son, dando por hecho que todos conocemos su labor, su gestión y el trabajo que realizan día a día, los 365 días del año. ¿Sabemos en qué consiste una organización de protección animal?
Empecemos por el principio. No siempre hemos hablado de protección y bienestar animal en España, estos conceptos han aparecido en el momento que surgían las primeras asociaciones y colectivos que se preocuparon y organizaron por el bienestar de los animales, quienes nos han acompañado a lo largo de la historia (no olvidemos el papel de los gatos en el antiguo Egipto, el uso de diferentes especies para la agricultura y la ganadería o incluso para nuestro propio ocio).
No obstante, fue en la antigua Roma cuando se forjaron los primeros «cuidados» para animales, de donde podemos encontrar textos que hablan sobre la importancia de garantizar una buena salud de los animales domésticos para una mejora de su rendimiento.
Con la llegada del Renacimiento y el auge de la medicina, también se incentivó la investigación y experimentación con animales, para estudiar su anatomía y la nuestra, algo que continuó a lo largo de los años para llegar a una Ilustración en la que ya aparecían los primeros rechazos a este tipo de prácticas, tachadas por algunos de «maltrato animal».
En la década de 1630 fue cuando Europa empezó a ver las primeras normas y legislaciones en materia de protección animal (la primera en ver la luz fue en Irlanda en 1635) y, un par de siglos después, surgían las primeras sociedades protectoras de animales (en Londres en 1824, en Francia en 1845 y en España, concretamente en Cádiz, en 1872).
No hay centros para tanto animal abandonado
Actualmente, España cuenta con 1.590 protectoras de animales, de las cuales tan solo el 15 por ciento (247) son municipales. El resto, son privadas, es decir, asociaciones nacidas del amor de las personas hacia los animales y de voluntarios que día a día rescatan perros, gatos, conejos y hurones, entre otras especies, de las calles. Pero, ¿sabías que la responsabilidad legal de estas labores es de los ayuntamientos?
En nuestro país, en 2022 se recogieron un total de 288.457 perros y gatos abandonados, según los datos del estudio anual sobre abandono y adopción de perros y gatos de la Fundación Affinity. Aunque afecta a un porcentaje muy pequeño de la población total de animales de compañía, la realidad es que es una cifra muy alta para ser gestionada por, tan solo, 247 centros municipales (hablaríamos que, de repartirse de forma proporcional, cada centro de protección animal municipal tendría que hacerse cargo de casi 1.200 animales al año).
Los ayuntamientos deberían ser denunciados y sancionados por no cumplir con sus obligaciones
Hablamos de cifras muy altas que, como antiguamente ha quedado demostrado, supondrían un colapso de los centros de protección animal oficiales y en el sacrificio de la gran mayoría de animales por la falta de espacio o medios para tenerlos (incluyendo proporcionar los cuidados veterinarios oportunos a todos ellos y sumando el tratamiento de enfermedades o problemas de salud que muchos animales abandonados padecen cuando son recogidos).
«Los ayuntamientos no solo no pueden absorber todo este trabajo, sino que muchos de ellos no cumplen con sus obligaciones y no disponen de ningún servicio de recogida de animales abandonados o heridos», lamenta Matilde Cubillo, presidenta de la Federación de Asociaciones Protectoras de Animales de Madrid (FAPAM). «Hacen dejación de sus funciones y los animales quedan desamparados en la vía pública».
Por qué necesitamos a las asociaciones de animales
Gracias a las asociaciones de animales esto no ocurre. «Son las asociaciones las que, con sus pocos medios, asumen las competencias de las administraciones de manera gratuita y se hacen cargo de los animales que pueden acoger, pero muchos otros quedan desamparados, malviviendo en la calle», detalla la presidenta de FAPAM.
«Los ayuntamientos deberían ser denunciados y sancionados por no cumplir con sus obligaciones, así formalizarían convenios con las protectoras que hasta ahora se hacen cargo de los animales ofreciendo una compensación económica por el trabajo realizado y evitando que muchas asociaciones no tengan que malvivir y endeudarse con las clínicas veterinarias por asumir lo que le corresponde a la administración», añade Cubillo.
La nueva Ley de Bienestar Animal reconoce la labor y protege legalmente a los gestores y voluntarios de estas asociaciones, dotándoles también de derechos para la adecuada gestión de sus refugios y albergues, así como el Gobierno lleva años proporcionando a algunos de ellos subvenciones económicas.
Los ayuntamientos hacen dejación de sus funciones y los animales quedan desamparados en la vía pública
«Si las asociaciones dejaran de recoger animales sería catastrófico, porque los animales estarían por las calles, heridos y enfermos, muchos de ellos muriendo», asegura la presidenta de FAPAM. «Esto se debería a que los ayuntamientos tendrían sus centros saturados y, en aquellos lugares donde ni siquiera disponen de uno, nadie se haría cargo de los animales abandonados».
En resumen, la sociedad española necesita a las protectoras de animales, su labor es imprescindible para garantizar lo máximo posible la protección y el bienestar de los animales, aunque no podemos olvidarnos de que no es su responsabilidad, si no la de los ayuntamientos y, más a fondo, la de todos los españoles, que no debemos maltratar ni abandonar a nuestros compañeros peludos.
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